jueves, 31 de enero de 2013

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De qué es ir a la Universidad...¡y mi primer examen! 

Como lo prometido es deuda, aquí me tenéis, en mitad de una lluvia de exámenes que caen sobre los universitarios como si de granizo se trataran, para compartir un poquito más de mi tiempo con vosotros. Y ya que estamos en este momento, aprovecho y hablo de lo obvio, lo que nos mantiene con una vida social reducida por unos días, merma nuestras horas de sueño y pone a pruebas nuestros nervios: la Universidad y sus exámenes.

Pero, ¿para qué voy a empezar por lo feo, pudiendo hablar primero de lo bueno? Y es que la Universidad ha sido para mí (y probablemente para más de uno de mis compañeros) una caja de sorpresas, que cada día me sorprendía con algo bueno. Clases interesantes (sí, ¡existen! Solo que son como los billetes de 500, difíciles de encontrar...), alguna profesora a la que se le coge cariño, otras a las que no tanto, una biblioteca entera a tu disposición solo por estudiar allí...aunque lo que más me ha sorprendido, de lejos, es la gente que me he encontrado allí. Y todo lo que me han ido aportando con el paso de los meses.

Siempre me ha gustado conocer gente nueva, abrir un poco mi mundo. Se puede decir que cada uno de nosotros es un mundo en sí, y cuando conectamos unos con otros, compartimos ese universo, nuestras perspectivas y lo que somos con otras personas. Y lo que me he encontrado en mi facultad no pasa en todas: personas de rincones de toda España con ganas de conocer gente, compartir sus vidas y llevarse un trocito de Granada con ellos a sus casas. Con más de una de esas personas he conectado en cuestión de días más de lo que he podido conectar con algunos amigos en años, y eso no me había pasado nunca antes. Por eso, y por todas las posibilidades que ofrece un nuevo día de clase, voy un poquito más contento por las mañanas a la Universidad. Ni madrugones ni carreras para no perder el autobús pueden con algo así.

Pero si todos estamos en la misma carrera, es porque hemos elegido estudiarla. Y estudiar parece ser sinónimo de exámenes, para bien o para mal. El miércoles pasado tuvo lugar mi primer examen como universitario, y aunque era de inglés, estudié mucho antes y me puse un poco nervioso. Se me hizo hasta raro, porque hasta entonces apenas había estudiado inglés (como mucho para Selectividad) o me había puesto nervioso por un examen de ningún idioma. El caso es que al final me salió muy bien, no sé si tan bien como querría (porque siempre me pongo unas expectativas altísimas), pero sí muy bien. 

Todos hemos pasado por exámenes que han tenido aterrorizada a media clase como si de Hitler o algo peor (si lo hay, que ahora no se me ocurre) se trataran, tanto en el colegio como en el instituto, y ahora también en la universidad. Y hemos podido comprender que ninguno de ellos ha sido el fin del mundo. Puedes suspender un examen en la ESO y salir de bachiller con media de 10, la cuestión es hasta dónde quieres o necesitas llegar. En cualquier caso, creo que a casi todos nos resulta estresante estar de exámenes. Ahora, después de la tormenta llega la calma, y vemos los resultados de nuestro esfuerzo, así que toca no desistir en aquello que queremos lograr. Al menos, algo sabemos: tiempo para que nuestros cerebros dejen de echar humo vamos a tener más tarde.

Éste es un tema interesante y no quiero enrollarme de más, porque mi idea era hacer un blog de entradas de menos de kilómetro y medio. 
Me despido recomendándoos que me leáis escuchando la música que voy a ir poniendo al final de las entradas :) ¡Y mucho ánimo a los que estéis de exámenes!





domingo, 27 de enero de 2013

Página 1 Anexo

De cómo vivir la vida

Una cosa queda muy clara conforme vas creciendo y ganando una poquita de perspectiva para mirar hacia el pasado: todos vamos a pasar momentos buenos y momentos malos en nuestra vida. Da igual lo que hagamos para evitarlo, todos tenemos que sufrir a veces, igual que todos tenemos que experimentar la felicidad. Sin esto último, ¿dónde estaría la gracia de esta función?

Música, amor, amistad, lectura, escribir, trabajar, ver series, videojuegos...¿qué tiene todo eso en común? Son algunos de los pilares sobre los que he ido construyendo mi vida. La verdad, no siempre ha sido así. Y cuando construyes tu vida en torno a una única cosa, si ese mismo pilar se derrumba, tu caes con él. Así de sencillo. Muchas veces tendemos a centrar nuestra vida en el amor, pero, ¿merece la pena jugar todas las cartas de nuestra felicidad a una única apuesta? ¿Nos ha pedido alguien apostar? ¿Estamos seguros de querer hacerlo?

Como he comentado, no siempre he tenido más de un pilar en mi vida. Y eso es malo. Caca. No se os ocurra. Porque cuando algo nos llega a importar mucho, tendemos a cegarnos y perder toda la perspectiva de nuestra vida. Hablando claro: no vemos ni nuestra propia casa, porque estamos tan pegados a la puerta que vemos una cosa de madera, y ni entendemos ni sabemos donde estamos ni nada. Cuando recobramos el sentido, nos echamos para atrás y nos sorprendemos: "Vaya, ¡si estaba en mi casa desde el principio!". Y cuando caes en la cuenta, recuperas la perspectiva y sabes que la vida no va a una sola carta.

En todo esto entra también mi visión del amor. Hay algo muy importante en nuestras vidas: el romanticismo. Nos gusta alguien, con el tiempo hasta nos llegamos a enamorar, sufrimos, experimentamos, aprendemos... Pero, ¿por qué limitar el amor a eso? Hay un momento para todo, y hoy se ha perdido todo el romanticismo. Cuando llega el amor, llega sin más. Y sabemos que es el momento. Pero, in the meanwhile, ¿por qué no ser feliz con lo que se tiene? ¿No puedes amar una tarde con tus amigos? Yo amo cuando conozco gente nueva, o cuando conecto enseguida con ella. Y amo lo que leo. Y las historias que invento. Y cuando logro darle forma a una, como con mi libro. Y cuando me cruzo un chico guapo por la calle, lo amo también. Y los ojos azules (bueno, y hasta algunos tipos de marrones). Y el pelo rubio. Y amo muchas de las cosas que hago. 
Mientras no haya ningún príncipe azul por los alrededores (o a mí no me apetezca ninguno), ¿no es eso ser feliz o tener suficiente?

Espero haberos transmitido con claridad esa serie de pensamientos, antiguamente maraña de ideas amorosas en mi mente, y estaría encantado de responder cualquier comentario al respecto. Muchísimas gracias por leerme.
Soñad :) 

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¡Muy buenas tardes/noches/(¿mañanas?)! 

Lo primero que quiero deciros (sí, sí, a vosotros dos, que mucha más gente leyéndome ahora mismo no hay...aún) es por qué voy a hacer este Blog, aunque de forma muy breve, ya que lo que interesa es el contenido, y no la divagación (o los delirios; o quizás sea eso precisamente lo interesante, quién sabe. Descubrámoslo juntos).

La verdad es que escribir me gusta desde antes de salir del útero de mi madre, parece que ya llevara un bolígrafo bajo el brazo *DRAMATIZACIÓN* Pero el caso es que ya en el colegio escribía bastante, y hasta poesía, aunque con el tiempo la cosa se orientó más hacia la narración. Y así, hace unos meses que terminé de escribir mi primer libro. Ya os hablaré de él (y pondré algunos fragmentos), así como del segundo, en el que estoy trabajando ahora. Pero mientras el tiempo me falte, voy a ir dando forma a esto, para poder ir creándome una identidad como escritor, pero, con todo lo que ofrece un Blog, al mismo tiempo expresarme, dar ideas, opiniones, teorías conspiratorias, contar experiencias, sensaciones, sentimientos, ilusiones, sueños...Y espero hacéroslos vivir a través de las palabras.

En cuanto al título, me inspiro en una canción bastante conocida de P!nk del mismo nombre (os recomiendo que la escuchéis si no la conocéis), pero aún más en todo lo que implica el mismo: esa posibilidad de luchar por nuestros sueños, que puede acabar abriendo una herida más y apagando esa llama que son nuestras ganas de luchar, o bien simplemente hacernos felices. Pero quién sabía...

Para que veáis que me entrego, os dejo aquí en unos minutos la segunda página de esta historia que espero que llegue a ser mi Blog. Intentaré hacer por lo menos un par de entradas semanales (más siempre que sea posible), y cuando vaya logrando algo de público, cumpliré con él sin falta. 

Ahora solo me queda preguntar: ¿te subes al tren? (Yo lo haría sin duda...¡aunque sea porque me gustan los trenes!).